SOBRE LA REALIDAD
(virtual o no)

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Índice
   
  Prólogo
   
  Primera parte
  Sobre la realidad
  Constantes y variables
  Ser y Naturaleza
  El bucle del ser
  Ser y verdad.
  El ser es lo que es siendo
  Ser y Realidad
   
 

El signo y la palabra. Indagaciones

  El signo y la palabra. Mutación e invariancia.
  El cambio constante. Copresencia en el cambio.
  Doble vínculo. El continuo del ser
  Constantes.
  Telos y Formas.
   
  Teleología y Ciencia
  Filosofía y Sociedad.
  Nuevo Modelo.
  Sistemas y Subsistemas.
  Algunas implicaciones.
  Humanización y dinámica de los opuestos.
   
  Cambio de Era
  Un mismo mundo.
  Permanencia en el Cambio.
  Ruptura.
  Técnica y Telos.
  Comunicación y Era Común.
   
 

El Telos Humano

  Continuidad.
  El Telos Humano.
  Cierre y Apertura.
   
  Segunda parte
  Del otro lado. comentarios hipertextuales
  1. El hipertexto y el continuo no-dual
  2. El zen y la Era Común.
  3. Vida y objetividad.
  4. Sobre el horror.
  5. El pensamiento en ejecución.
  6. Sobre Mendelssohn.
  7. Lo virtual
  nuevos comentarios (on-line)
  8. ¿Quién teme a esa tontería del ser?
  9. Medios in-mediatos
   
  Referencias
 

 

Algunas implicaciones

Los ordenadores, las computadoras, son una buena muestra de la comprensión de ese modo de interacción básico que es el feedback así como del concepto asociado, sistema. Su creación, -y en definitiva la creación de sistemas cibernéticos- ha permitido a la especie humana incrementar exponencialmente su capacidad para concebir y manipular la realidad. Gracias a ellos, por ejemplo, proyectos como la secuenciación del Genoma Humano han sido culminados en un lapso de tiempo impensable al inicio del mismo.

Al mismo tiempo, ese inesperado giro en nuestra percepción de la realidad nos ha permitido ver claramente hasta que punto el ser humano está ligado al resto del ser, mostrándonos la dificultad que existe para salir del círculo en el que estamos. Un círculo en el que la interconexión mutua (yo-mundo) es su característica principal. Pues, siguiendo con el mismo ejemplo, aunque la secuenciación del genoma constituye un importante avance biotecnológico no es menos cierto -como dice Richard Strohman del Departamento de Biología Molecular y Celular de la Universidad de California- que la interacción con el ambiente es la clave para entender la conducta final (y la enfermedad compleja). El sistema biológico se nos presenta entonces como el resultado de un inmenso laberinto en el que la red epigenética informativa y las propias señales ambientales tanto internas como externas al propio desarrollo del sistema junto a los propios productos génicos serían sus constituyentes. De ahí la necesidad del proyecto proteoma (conocimiento de la información aportada al sistema por las proteínas en interacción), el proyecto fisioma (conocimiento de las señales de intercomunicación entre rutas metabólicas, células, tejidos y ambiente), y el proyecto fenoma (conocimiento de las reglas por las que los sistemas intercambian información para la constitución del fenotipo final) (Alonso Belate, 2000). Interacción, intercomunicación, intercambio, sistema, son las palabras claves.

Como vemos, este complicado y complejo sentido de la circularidad ha entrado ya, de lleno, en el ámbito de la ciencia operativa al tiempo que poco a poco empieza a volver a formar parte del universo simbólico común (de la ideología cotidiana) occidental.

Quizás el mejor ejemplo para entender el alcance y significación de este nuevo modelo en su dimensión retroactiva y circular sea un chiste behaviorista, ya que a fin de cuentas el behaviorismo (conductismo) fue -en el ámbito de otras ciencias no vinculadas directamente con la radioelectricidad- la que inicialmente extrapoló y asumió el feedback, el concepto creado por Armstrong en 1914.

El chiste en cuestión pone en juego básicamente a sólo dos elementos en un bucle ideal, dos (sub)sistemas de un sistema temporal común: el investigador conductista y un ratón. Este último está encerrado en un cajón de Skinner en el que, en un momento dado, se introduce un nuevo roedor. Entonces el primero le dice al recién llegado "oye chico, hay que ver cómo tengo controlado a ese tipo de ahí fuera. Lo tengo absolutamente condicionado. Cada vez que toco esta palanquita el tipo me sirve una bola de comida".

Naturalmente es sólo una broma. El animalito carece de la posibilidad de consciencia y jamás podría ni tan siquiera pensar eso. Pero expresa bastante bien el problema de los bucles y la dificultad de encontrar en ellos (una vez constituidos, una vez en marcha) un punto de origen, un punto inicial.

A pesar de esta dificultad ya hemos visto que en su interior, en el interior de un sistema (constituido por elementos en interacción), existe siempre una finalidad que lo cohesiona (como en el caso del ratón y el investigador; o como en el de la molécula; o el de la estrella; o en el de un ente biológico como el humano) y que le hace ser precisamente sistema pese a que esta finalidad pueda ser considerada precisamente como su propio punto de origen, su propio punto de partida.

Rescatada del limbo de lo filosófico, la teleología se ha convertido así en una de las grandes conquistas de la ciencia moderna, aunque en el fondo no sea otra cosa que una rehabilitación cargada de rigor. Con toda seguridad esta característica de la ciencia moderna se debe a que, como dice Bertalanffy (1976, 45), el modelo analítico (descompositivo) de siglos anteriores, un modelo en el que se trabajaba con unidades aislables, actuantes conformes a la causalidad unidireccional, ha resultado insuficiente.

Los campos de energía de la cuántica, la gestalt de la psicología, la conducta intencional en máquinas y animales de la cibernética, la relativización del espacio-tiempo, etc., serían algunos de los resultados en el cambio en la percepción de la realidad; el cambio que supone la aparición del pensamiento complejo.

Un pensamiento que nos permite comprender que en el ejemplo mencionado un poco más arriba -el sistema ad hoc formado por el feedback mutuo del investigador conductista y el ratón- se pueden considerar distintos tipos de finalidades según el punto de vista de cada uno de los elementos del mismo, por más que, conforme a los hechos, el sistema en sí está simplemente modelado por un intercambio de información que en definitiva obedece a unas constantes, es decir a un mismo fin. En él, la finalidad, el propósito desde el punto de vista del observador (y creador del ingenio) sería el lograr una conducta condicionada en un animal. Sin embargo desde el punto del animal el intercambio de información tendría como objetivo la obtención de comida. Son diferentes maneras de enfocar el mismo asunto, a pesar de que conforme a los hechos lo que únicamente se produce es una sucesión de acontecimientos concatenados.

Esta diversidad (esta disparidad en la manera de enfocar los mismos hechos) también se manifiesta entre los humanos tal y como así lo mostró Spengler con su relativización de las categorías cognoscitivas respecto de la aprehensión y representación de la realidad. Esta disparidad, producto de la cultura, resultará obvia (sin tener que entrar en premiosos pormenores) si simplemente recordamos las muy diferentes formas de representación artística que a lo largo de la historia y de diferentes sociedades se han ido sucediendo. Además, sobre este particular podrían ponerse muchos ejemplos no necesariamente relacionados con el arte. Por esta razón, y para dar un poco de variedad al discurso, considero que por proximidad cultural bien valdría el siguiente.

El objeto carbón (organización cohesionada de átomos y subsistema por tanto) puede ser considerado bien como parte de un sistema de representación simbólico por el que los Reyes Magos castigan a los niños revoltosos, o bien como parte de un sistema por el que un determinado grupo de electrones en torno a un núcleo de protones (y otros elementos) constituye una entidad con unas características precisas y diferenciadas frente a otras entidades que también están formadas por un grupo de electrones en torno a un núcleo de..., y así sucesivamente. En los dos casos, y en otros de similar factura que se pudieran señalar, el carbón sería visto en relación con, formando parte de, algo que convenimos en llamar sistema, con la salvedad de que, en un caso y en el otro, la significación, alcance y consecuencia del sistema de referencia supone algo radicalmente diferente.

Por todo esto que se acaba de exponer es por lo que puede decirse que las formas (rupa) son maya (medida, clasificación). Lo que a pesar de todo, no lo olvidemos, acaba siendo útil a la especie al permitirnos lograr (tras el primer peldaño de la clasificación) la manipulación de la realidad para de esa manera mejorar nuestro bien-estar, es decir poder obtener todo aquello que como seres humanos necesitamos y que va desde lo más básico como poder comer todos (bien) todos los días, hasta lo más sofisticado como es cualquier sueño de la razón que nos alegre el ser. La rapidez en las comunicaciones (por ejemplo, el avión que permitió a Hendrix volar en Monterrey), el agua corriente (que sanea el medio humano previniendo enfermedades) y la ubicuidad presencial (de la que hablaremos más adelante, p.135 y ss.) serían algunos de esos sueños producto de nuestro telos específico (nuestro camino). Un telos, una finalidad, que es nuestro punto de origen, aquello que nos constituye como forma, como (sub)sistema en el entramado de lo que es.

 


 

Sistemas y subsistemas Humanización y dinámica de los opuestos