SOBRE LA REALIDAD
(virtual o no)

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Índice
   
  Prólogo
   
  Primera parte
  Sobre la realidad
  Constantes y variables
  Ser y Naturaleza
  El bucle del ser
  Ser y verdad.
  El ser es lo que es siendo
  Ser y Realidad
   
 

El signo y la palabra. Indagaciones

  El signo y la palabra. Mutación e invariancia.
  El cambio constante. Copresencia en el cambio.
  Doble vínculo. El continuo del ser
  Constantes.
  Telos y Formas.
   
  Teleología y Ciencia
  Filosofía y Sociedad.
  Nuevo Modelo.
  Sistemas y Subsistemas.
  Algunas implicaciones.
  Humanización y dinámica de los opuestos.
   
  Cambio de Era
  Un mismo mundo.
  Permanencia en el Cambio.
  Ruptura.
  Técnica y Telos.
  Comunicación y Era Común.
   
 

El Telos Humano

  Continuidad.
  El Telos Humano.
  Cierre y Apertura.
   
  Segunda parte
  Del otro lado. comentarios hipertextuales
  1. El hipertexto y el continuo no-dual
  2. El zen y la Era Común.
  3. Vida y objetividad.
  4. Sobre el horror.
  5. El pensamiento en ejecución.
  6. Sobre Mendelssohn.
  7. Lo virtual
  nuevos comentarios (on-line)
  8. ¿Quién teme a esa tontería del ser?
  9. Medios in-mediatos
   
  Referencias
 

 

El pensamiento en ejecución

Aunque en la nota al pie de la página 72 (del texto impreso) se menciona que las actividades del pensamiento humano sólo se manifiestan en él y que por lo tanto sólo son atribuibles a él, habría que matizar que no todas esas actividades le son exclusivas.

El objetivo de la nota al pie en realidad no era otro que recordar que desde el punto de vista de la evidencia empírica no es posible atribuir las características humanas del pensamiento a ningún dios, espíritu o ente de la naturaleza que sea. Es una tentación fácil y cómoda, pero no hay evidencia empírica de ello.

Sin embargo, precisamente en razón de esa misma actitud empírica y a causa de los conocimientos que la ciencia aporta, justo es reconocer la existencia en los animales de un pensamiento en ejecución -al menos- que resulta imposible soslayar y desde el cual los animales realizan su toma de decisiones. Eso cualquier etólogo lo sabe, y nosotros debemos asumirlo.

Luego podremos discutir si el animal en cuestión es capaz de desarrollar o no algún tipo de operación discursiva como parece observarse en la conducta de los chimpancés en torno a la obtención de comida, y si es así el alcance de ésta. Pero en cualquier caso no podremos negar que existe un tipo de pensamiento en estado puro, ése que hemos dado en llamar en ejecución, que se manifiesta por medio de una conducta tanto en animales como en seres humanos.

Evidentemente ningún animal es capaz de resolver una integral o construir y manejar una computadora y/o un misil. El pensamiento simbólico, es decir la capacidad de construir símbolos (signos arbitrarios dotados como es natural de significación) es exclusivamente nuestra. Cierto que todos los animales disponen de sistemas de comunicación más o menos rudimentarios, más o menos complejos, pero los subsistemas de comunicación humanos simplemente no resisten la comparación. Con ellos, y a lo largo de un proceso de siglos, hemos logrado superar todo tipo de barreras, de limitaciones, pudiendo, por ejemplo como ya se ha dicho, disfrutar de la ubicuidad al hablar por teléfono, o comer un filete en Piazza Navona sin haber realizado antes el esfuerzo de su caza. Las cualidades cooperativas de la especie lo han hecho posible.

Pero una vez establecidas las distancias conviene que se seamos capaces de reconocer también nuestras identidades. El pensamiento en ejecución de los animales es una de ellas.

Sender, en la entrevista mencionada (p.161), realiza una comparación que puede resultar odiosa pero que sin embargo es perfectamente entendible. Dice Sender que "antes de empezar un libro está ya formado dentro de mí, pero con una base más bien inconsciente, es decir, lo que yo llamo ganglionar. Usted sabe que hay muchas especies de animales, sobre todo en los insectos, que sin cerebro alguno se conducen maravillosamente, lógicamente. Hormigas, abejas, etcétera, tienen una inteligencia nodal que nosotros tenemos también en nuestro inconsciente, no subconsciente, inconsciente. Y realmente estos animales inferiores piensan con los ganglios. Es decir, tienen una especie de cerebro nodal, nudos de ganglios donde elaboran las razones de su conducta" (Cuadernos para el Diálogo, 11-09-1976).

Estaríamos hablando, Sender y con él nosotros, de unas razones para la conducta propias de un tipo de pensamiento no consciente, inconsciente1 como muy bien subraya el propio autor; es decir, pensamiento en su estado de más pura ejecutividad. Vendría a ser el tipo de pensamiento no consciente que pudiéramos atribuir a una máquina si es que nos atreviéramos a hacerlo (ya que la máquina también tiene sus razones)*. Pero asimismo es el que podemos atribuir a la máquina humana, es decir a la faceta maquinal -que no la maquinante- del ser humano2.

El reconocimiento de esa faceta que nos identifica con el resto probablemente tardará en ser asumida, pero creo que a la postre resultará beneficioso.

Pues al igual que en el Renacimiento, con la pérdida de la ubicación de nuestro planeta como centro del Universo, al igual que con el Darwinismo, que supuso el fin de la concepción distinguida y privilegiada que de nosotros mismos teníamos en tanto que productos de la realidad, al igual que en situaciones anteriores el intento actual de equiparación con otras especies, -como el llamado Proyecto Gran Simio por el que se pretende extender el status de homínidos a chimpancés, gorilas y orangutanes- sufrirá un gran rechazo. Esto es normal. De hecho siempre sucede cuando se intenta cambiar ideas muy consolidadas, y como aquel Cardenal renacentista seríamos capaces de negarnos a mirar por el telescopio construido por Galileo con tal de no ver las impurezas de la Luna (y aún menos percibir, simbólicamente hablando, su lado oculto).

Sin embargo, estoy seguro que su aceptación, como en ocasiones anteriores -además de suponer una cura de humildad-, nos reportará a la postre grandes ventajas.

Y además siempre nos quedará la palabra, el logos.
Siempre nos quedará París.

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1 en el interior de lo consciente en el caso humano, ya que estimo que en esta palabra el prefijo latino in tiene un valor doble: como negación y como algo que está "dentro" o "en el interior". (volver)

*2 Como sabemos por la evolución del universo, conviene recordar que desde lo maquinal (las razones de lo maquinal) puede surgir lo maquinante (nosotros, por caso) que a su vez, en una especie de círculo virtuoso, busca desentrañar lo maquinal.(volver)

 


 

Sobre el horror Sobre Mendelssohn