SOBRE
LA REALIDAD
(virtual o no)
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Sistemas y Subsistemas El concepto como tal, que va a dar origen a un modo científico de actuar conocido como sistémica, surgirá desde la biología y más en concreto desde un biólogo, Bertalanffy el cual realizó una primera presentación del mismo -junto con su marco teórico- en 1937 en el Seminario de Charles Morris en la Universidad de Chicago. En realidad puede decirse que la noción de sistema estaba presente en otros autores (como Wiener y la naciente cibernética) hasta tal punto que, tras el paréntesis de la segunda guerra mundial, Bertalanffy descubre "que, al fin y al cabo, la teoría general de los sistemas no estaba tan aislada, ni era una idiosincrasia personal en el grado que yo había creído, sino que correspondía a una tendencia del pensamiento moderno". (Bertalanffy, 1976, 93). De hecho, ya Cannon lo manejó previamente (1929 y 1932), y en general puede decirse que en los ambientes biológicos había permanecido subrepticiamente la propia idea de teleología (inherente a la noción de sistema), es decir la idea de la posesión de un telos en los organismos vivos, originaria de Aristóteles, el padre fundador. Existen muchas definiciones del concepto sistema y bastantes maneras de aproximarse al mismo desde muy diversas disciplinas (desde el periodismo hasta la psicoterapia, pasando naturalmente por la física o la cibernética) ya que en todas ellas constituye un valioso instrumento de investigación (por ejemplo en Bertalanffy, 1976, 38; Urabayen, 1988, 38; Ladrière, 1973, 686; Joël de Rosnay, 1975, 93; Lennard y Berstein, 1960, 13-14; Jacob, 1970, 344; Lupasco, 1962, 332). Pero creo que podemos ahorrárselas al lector e intentar una definición sintética que las resuma. Pues bien, como una aproximación al concepto podríamos decir que un sistema no es otra cosa que cualquier conjunto a b c, del tipo circular descrito más arriba. O dicho de otra manera, un sistema es una organización de elementos de la realidad mantenida en función de un fin que sigue unas reglas relativas a la propia organización y no a cada una de las partes que lo componen. Es lo que con anterioridad hemos llamado forma. Esta expresión, forma, que cualquiera puede entender porque es la manera visual e intuitiva de definir un sistema, sirve siempre para describir una totalidad (gestalt) que aunque descomponible en partes se presenta siempre, se manifiesta siempre, como un todo organizado. Una molécula, un átomo, un cristal, son organizaciones (como ya Whitehead no se cansaba de subrayar); formas según la expresión coloquial. E igual ocurre con la silla sobre la que estoy sentado, el ordenador con el que estoy escribiendo, o la bombilla que ilumina la habitación. Todos ellos son organizaciones, sistemas, formas. Pero, como fácilmente se puede comprender, ningún sistema está aislado plenamente aunque pueda ser aislable para su comprensión-entendimiento-manipulación. Cualquiera de ellos es parte siempre de otro sistema más amplio, como por ejemplo le ocurre a la bombilla la cual participa del sistema de electrificación de un barrio, o el átomo que participa en la organización de una molécula. De ahí la existencia de la noción misma de subsistema que no es sino otro sistema, es decir una organización de la realidad, en conexión con otra más amplia. Y de ahí la dificultad en el establecimiento científico de límites, (problema éste mencionado en el capítulo anterior), ya que la dinámica sistema-subsistema, por la cual cualquier objeto perteneciente a un sistema puede ser considerado siempre como parte del medio, del entorno, de otro sistema, nos lleva a considerar que "incluso los límites espaciales de lo que parece ser a primera vista un objeto o cosa, resultan, de hecho, bastante vagos. En un cristal las valencias sobresalen, por así decir, al exterior. Los límites de una célula u organismo son igualmente difusos, puesto que estas entidades se mantienen en constante flujo de moléculas que entran y salen de las mismas, de suerte que es muy difícil pronunciarse sobre lo que pertenece o no al 'sistema vivo' [orgánico]. En resumidas cuentas, toda frontera es más dinámica que espacial" (Bertalanffy, 1979, 101). Esto significa, que, debido a este carácter dinámico de las fronteras entre sistemas, las unidades de análisis son de alguna manera discretamente arbitrarias. Su discrecionalidad entonces vendría dada por lo que ordinariamente se acepta como forma organizada; lo que expresado a nivel científico se traduciría como el conjunto de aquellos parámetros identificadores de objetos que la comunidad científica acepte como tales, siempre en conexión dinámica con otros. Esta aceptación del carácter dinámico de los objetos es la consecuencia, como ya sabemos, de la lenta inmersión en el ámbito de la intersubjetividad por parte de la comunidad científica a lo largo de estos últimos ciento cincuenta años (de la interobjetividad que decíamos más arriba, p.30 nota 2), lo que al mismo tiempo ha significado la asunción del carácter procesual de la realidad frente a la visión estática y "esencialista" del pasado. Ello no ha supuesto sin embargo -como ya se ha dicho anteriormente (p.82)- una merma de la capacidad de cálculo de la especie humana. Al igual que ocurrió con la Teoría de la Relatividad, el inesperado giro en nuestra percepción de la realidad -giro que ha supuesto una aún mayor imbricación del ser del hombre con el resto- no ha impedido que avancemos en el cómputo de los fenómenos que nos rodean. Todo lo contrario.
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